“El hombre feliz no tenía camisa” Castro Verde – Bens
Planificación 0, pero resiliencia cuidao, que yo si me pongo me convierto en olivo para que me rieguen un poco. Que por cierto, poner en práctica esa idea no me hubiera venido mal. Estamos en Mayo y para los 40º no estoy todavía preparada, pero no me voy a ir por las ramas en el primer párrafo así que empecemos.


El caso es que después de nuestro desayuno de alpiste a calzador, la salida entre la niebla prometía un gran día en una tierra poco habitable, al menos a simple vista desde los ojos de un astur. Eso si, a vista de pájaro está claro que si. Esta cantidad de contrasentidos me deja claro que esos mismos pájaros tienen que desayunar otro alpiste.
Que barbaridad, levantando el vuelo de un lado a otro del camino, mientras nosotros simplemente rodamos….y yo que pensaba que el nombre de la prueba era solamente un reclamo publicitario.
No hay montañas en el horizonte, solo una línea ondulada que no conoce el verde, pequeños arbustos adornan nuestra ruta en la que nos empiezan a saludar según amanece lo que me parecen alondras. Empezamos a cruzar pequeños pueblos de esos que se mantienen intactos pero en perfecto estado duramente mil años, empezamos a soñar despiertos.
El primer animal no volador que descubro es la oveja-camaleón. Que impresionante mimetismo con el paisaje, descubrir no es una licencia narrativa.Lana gris-verdosa que cuesta distinguirla del paisaje.
El amarillo, da paso al verde y desde la primera hierba, comienzan los cultivos de olivos, no hay que desperdiciar terreno o mas bien,hay que aprovechar cada gota de agua.


El paisaje va cambiando y yo por mi parte cuento los km de 10 en 10, no tengo más destino que la puesta de sol pero rajo la cubierta a 5 km de Beja y lo de pedalear y disfrutar del paisaje se complica. O tal vez se trata de enriquecer la experiencia con sudores al calor del mediodía, falta de tecnica y dificultad con el lenguaje, o desde el otro lado, un poco de maña, amabilidad de la gente a la que voy preguntando para llegar a una gasolinera con maquina de aire a presión.
Cuando empiezo a rendirme y dejo ganar a la cubierta que no quiere salir, llega de Dublin con calcetines portugueses Targus, y me dice no sé ya si en portugues ,inglés o checo, que cuente con mi ayuda. Que no tiene prisa pero si fuerza.
Asi que tranquilamente me echa una mano y de la 2da gasolinera que visito en Beja salgo con la rueda recuperada y un acuarius que me refresca el dia. Sigo a un repartidor de Globo para retornar a la ruta que vuelvo a disfrutar sin recordar que ha llegado y pasado la hora de comer. Quizá el repartidor tampoco ha comido o si, quien sabe. Andar llevando comida tendrá que dar mas hambre que estar pensando como arreglar un simple pinchazo con todo el desconocimiento que arrastro.
La temperatura sigue subiendo, y la ruta discurre entre olivos y pequeños y tradicionales pueblos que Dios quiera que no desaparezcan nunca.
De repente la ruta se complica técnicamente y tengo que portear un poco monte arriba entre pedrolos y riachuelos. Yo pierdo la noción del tiempo y quizá del espacio con la sola idea de pasar la zona de la Mina de Sao Domingos.
Allí me encuentro a compañeros cenando ya poniendo el sol, pero yo como no se ha puesto aun del otro lado del horizonte me lanzo con un puñado de cacahuetes. El comienzo de la ruta a través de las ruinas de las minas de Sao Domingos muy turístico y cuidado se va complicando a cada cuatro pedaladas, van faltando los puentes, va oscureciendo y ya recién pasado el pequeño pueblo de Bens se hace demasiado díficil para atravesar de noche.
Retrocedo y busco un lugar para pasar la noche, he visto un horno vecinal y me pregunto si estará abierto, lavadero no he visto, ni hostales ni nada similar. Ni gente siquiera. Si he visto una tumbona abandonada que puedo arrimar a una pared para pasar la noche lo mas agusto posible, pero como no encuentro muy bien donde arrimarla me doy una vuelta por el pueblo donde me encuentro a un chico paseando a su perro que me dice que hay una señora que alquila habitaciones.
Insiste al teléfono, pregunta en su casa y por fin la señora sozhiña que soy yo, duerme caliente, lava la ropa, cena pizza recalentada y un yogur y se alegra de que tan buena gente comparta su vida con tan buen corazón. Mas que perder el tiempo, ha sido ganarlo con Ricardo y Maria dos Anjos.
No se si no mido bien mis fuerzas, pero no he venido a medir nada, sino a disfrutar. Y si, placeres han sido muchos. La amabilidad de la gente el primero. No voy a poder disfrutar de rodar temprano porque para salvar el primer obstáculo voy a necesitar ayuda y es muy tarde cuando me acuesto, pero hay que «ollar ao frente», faltaría mas.



«Be water» Bens – Santa Clara-a-vella



Con la bici limpia (mas o menos) y el estómago lleno me enfrento de nuevo al paso del puente que me venció la noche anterior. Allí me encuentro al holandés errante con el que ya coincidí ayer y entre los dos vamos atravesando el complicado tramo hasta Pomarao, una pena que cuando nos ponemos a rodar después de sellado el primer punto de control pasan de las 9:30.
Llevo demasiada frustracción por el horario para seguir avanzando así que en Mértola donde nos encontramos a Targus decido compartir un café y un pastel de almendra con mis dos camaradas de penurias. Son las 11:30, cambio el chip que está muy quemado y miro adelante. El día comienza aunque sea tarde asi que vamos a por el.


Mucho calor y bastante sed me lleva con John a Sao Pedro de Solis donde en un oasis la buena señora del café viendo que son las 15:00 y no para de llegar gente se va a comprar pan y nos hace un bocadillo delicioso de tomate y jamón. Calipo al bidón y seguimos ruta. He pasado mucha sed asi que cuando una gente amable me señala un pozo corro a llenar el bidón, mas por tener que por querer.
La ruta de hoy tiene bastante mas desnivel que la de ayer pero el calor ya no aprieta como a la mañana. En el alto previo a San Bernabé mi compañero holandés me hace oferta. Yo tengo idea de parar ya porque hay mas de 50 km hasta el proximo lugar donde se puede dormir a cubierto pero el tiene reserva en una posada a 5 km de Santa Clara-a-velha y necesita un GPS ya que le ha quedado el suyo sin bateria.
Acepto la oferta, ,me gano unos videos y seguimos de ruta hasta las 12 llegando a un lugar tan tranquilo como mágico. La noche en compañía es muy llevadera. Resulta que además de «alén do tejo» mi compañero me descubre que el nombre viene de «lentejos» y no le falta razón. Solo vamos pendientes de no pasarlos de largo la Pousada, sube y baja pista sin una luz mas que la de nuestros focos. Pena mi dificultad con los idiomas, pero si hay que cambiarla por la orientación, me quedo con lo que me ha tocado.T
ocar, toca lavar ropa y descansar, al menos para nosotros, por que la musica que llega desde muy cerca nos informa de que la fiesta en otros sitios continua.
«Sin prisa pero sin pausa» Santa Clara – Cercal
La ropa que he lavado está mas mojada que cuando la escurrí así que es momento de sacar la muda. La educación me impide rechazar un desayuno que cuando lo veo delante me parece como un sueño. Decido de nuevo parar el tic tac mental, me hablo y me digo «Si no disfrutas de esto, es porque no quieres».



Un brunch version lujo servido con tanta amabilidad que me olvido de que estoy de paso y que para seguir pasando tengo un monte tan precioso como duro hasta llegar a Santa Clara, pasando previamente por la nube de resaca del festival cuyos asistentes creo que no tienen claro si somos reales o una alucinación.



Me despido de mi compañero con idea de vernos mas adelante.Pasado el CP2 me paro a tomar un zumo para celebrar el mediodía, a la tarde la cosa se complica con arena para dar y tomar, según va atardeciendo me desvío a una gasolinera porque la rueda sigue perdiendo y yo quiero recuperar el tiempo perdido en el arenal. La lluvia muy suavemente empapa el atardecer y busco alojamiento en Cercal justo cuando los conserjes se van a casa. Me avisa pero me espera, yo hago caso al google Maps y no tardo en encontrar el alojamiento porque aun sonríe cuando entro.
Dejo la bici junto a dos mas y curiosamente, una me resulta muy familiar, por supuesto que somos de palabra.
Subo a la habitación y seco como puedo todas las pertenencias, la bolsa del manillar decididamente no es waterproof. No tengo hambre asi que no tengo que buscar donde cenar, está claro que el brunch lo he amortizado en euros y tiempo.


«Divide y vencerás» Cercal – Castro Verde
Hoy divido los km de 50 en 50. Todo es relativo no? El primer dia iba de 10 en 10 asi que no es tan diferente.Sigo usando el sistema metrico decimal.
Será una ruta tan rodadora que me ayudará a cumplir mi primer objetivo un tanto optimista en el punto de salida.Me pasaré ei día dividiendo km entre velocidad.
Dejo Cercal a las 5:15 am hasta Reliquias donde desayuno a las 7:30 un «sande de fiambre y queixo» y un café. Seguimos abriendo y cerrando cancillas.


Otra parada sobre el mediodía para una tosta que engancho a la bolsa del manillar para ir comiendo, tan a lo loco que me paso el CP3 y tengo que retroceder sobre mis pasos. Reflexiono que en estas cosas hace mas falta cera para la cadena que pasta de dientes. Me queda sabido. Cuando me preguntan si voy a ir de una tirada hasta el final entre risas no me queda muy claro de qué se rien exactamente, quizá de que no sea buena idea echar pasta de dientes a la cadena.

No quiero tener que buscar y tengo sed asi que me paro en una cafeteria con aspecto de bar de copas mas que de tardeo. Al entrar me planteo que me puedo alimentar de bebida carbonatada pero veo un yogur de beber por el que pujo fuerte y gano la apuesta. La chica insiste en que es de su hija y está caducado pero ni lo uno ni lo otro me quita de la cabeza que ha sido la mejor inversion del dia. No pierdo oportunidad de comer o mas bien beber porque para solidos no tengo mucho cuerpo, patentaré lo de comer barritas remojadas en café.


Paso por Ourique y una pastelería me mira pero mi apetito no responde. Me he comido la tosta bajo una sombra sobra a media tarde asi que tengo hueco en la red para un pastel de almendra que puede resucitar a un muerto. Nunca está de más tener un chaleco salvavidas.
Un coche ha volcado en el camino y el gruista me dice que tendré que esperar 15 o 20 minutos. Que poco me conoce. Yo salto entre ambos y ellos me ayudan con la bici. Al rato la tripa da señales de vida, pensé que los pañuelos habian sido un material innecesario pero no.
Un café ya al atardecer me detiene mas de lo que quisiera y al salir se baja el telón. La noche llega y trae viento, algo de fresco, perros que ladran, compañeros con averías y porqué no decirlo, cierta inquietud. Pero yo tengo unos frutos secos tostados, salados y deliciosos y dos bidones de agua para sacarles provecho.
Echan a volar las lechuzas y cuando todo va tan bien que me lanzo y la media empieza subir. Cojo mal un bache del que evito la caida y lo celebro solo un instante, se ha pellizcado la camara y estoy pinchada de nuevo. Momentos tragicos a 30 km de meta que te hacen ver que lo fundamental no es ser habil para no agotar la bateria del foco, ni fuerte para desmontar la cubierta sin ayuda de un Dublinés amable, no. Lo fundamental es no perder la calma.
Solo cruzo pasos canadienses y oigo ranas croar, pero si, veo las luces de Castro Verde a lo lejos, y llego. Con luz en el foco aún, con fuerzas, con el pastel de almendra enganchado en la bolsa del manillar.


